miércoles, 31 de diciembre de 2008

El hombre de cabellos rubios o, mejor dicho, su historia, era una leyenda.

martes, 30 de diciembre de 2008

- Mírenlo. No teman. No es tan alto como parece ni tan fuerte como dice ser. Mírenlo señores.

Aquel hombre de cabellos rubios se levantó al escuchar estas palabras. Alzó los brazos y las cadenas que le unían las manos refulgieron ante los rostros boquiabiertos.

- No hagan caso a sus ojos, pues, sabido es que son los mayores mentirosos. Haced caso a vuestra cabeza, usad vuestra mente. Creedme. Yo ya no veo más que un enclenque enano ante mí, un ser que apenas posee la fuerza necesaria para sostenerse con firmeza.

Había entre la multitud quienes querían creer y no podían y quienes, simplemente, ni lo intentaban. Los enormes músculos de aquel hombre se podían ver brillar entre el vaho expulsado por las bocas de los presentes: hacía mucho frío. A pesar de ello, casi todo el mundo estaba en la calle. Quien no lo estaba, era porque la proximidad de sus domicilios le permitía presenciarlo todo desde los balcones.

El hombre de cabellos rubios, gustándose a sí mismo, en un alarde, rompió las cadenas que se enroscaban a través de sus muñecas uniéndolas temporalmente. Al conseguirlo, profirió un grito desgarrador que hizo temblar el aire. La gente se estremeció, se oyeron pequeños grititos de respuesta provenientes de la boca de los niños que no consiguieron evitar que se les escapara. “¿Y ahora qué?” Gritó alguien “¿También nos va a decir que no es real lo que hemos visto?”

Ya vale.